martes, 27 de julio de 2010

LA LIEBRE Y EL GRAN GENIO DEL BOSQUE


Un día salió la liebre para encontrarse con el Gran Genio del bosque y le dice:

- ¡Oh, Gran Genio! Usted que es quien controla a todos los habitantes del bosque, Usted que es el Señor de todos nosotros, quiero pedirle un favor.

- ¿Qué favor?

- Sólo una cosa: que usted me aumente la sabiduría de mi cerebro.

- ¿Y para qué quieres eso?

- Para que yo sea más inteligente que todos los otros animales del bosque.

El Gran Genio piensa y dice:

- Está bien, pero es necesario, que antes me muestre de qué es usted capaz de hacer. Lleve esta calabaza lejos y llénela de pájaros pequeños; tome esta otra calabaza y llénela de leche de gama; lleve lejos también este palo y traiga una serpiente tan larga como él. Cuando usted regrese con la calabaza llena de pájaros pequeños, la otra calabaza llena de leche de gama y con una serpiente tan larga como este palo, entonces veré qué puedo hacer por usted.

La liebre marchó, y después de haber andado bastante, llegó a un estanque donde se sentó para descansar. Cuando el sol comenzaba a ponerse comenzaron a llegar toda clase de animales que se acercaban al estanque para beber. Pero los animales bebían y se marchaban, hasta que cuando el sol se ocultó se quedó é solo junto al estanque.

De repente, llegaron volando una bandada de pequeños pájaros que comenzaron a saltar, beber, cantar, jugar y revolotear.


La liebre se dice a sí misma:

- Hoy voy a ver de lo que yo soy capaz

Y, comenzo a gritar para que los pájaros le oyeran, diciendo:

- No! ¡Nada!... ¡Imposible!... ¡Esto no es verdad!... ¡Cómo puede creer uno una cosa así!... ¡No, imposible!... No son tan numerosos como para eso.

Al oirle, los pájaros, fueron acercándose, intrigados por lo que la liebre decía, y le preguntaron:

- ¡Oiga, Liebre! ¿De qué habla usted?... ¿Qué es lo que le pasa?

- ¡Oh! ¡No, nada!... realmente es una cosa imposible...

- Pero ¡explíquese! ¿De qué se trata?

- Alguien me ha dicho que tos ustedes pueden meterse dentro de esta calabaza y llenarla. Pero yo se eso es imposible. Ustedes no son suficientes como para llenarla

- Usted habla en broma, liebre, exclamaron los pájaros.

Y se reían, mientras brincando alrededor de la liebre, le decían:

- ¿Claro que podemos llenar esa calabaza entera.

La liebre, sin moverse, decía,:

- No es verdad, no, no son capaces

- Ah! ¡Espere un poco va a ver usted!


Un primer pájaro entró en la calabaza, un segundo y un tercero le siguieron, y así sucesivamente hasta que la calabaza estuvo llena.

Entonces, la liebre la cerró con una tapa y la escondió en un rincón.

En ese momento una gama llegó para beber al estanque. Y la liebre comenzó de nuevo a hablar en voz alta:

- No! ¡Nada!... ¡Imposible!... ¡Esto no es verdad!... ¡Cómo puede creer uno una cosa así!... ¡No, imposible!... No tiene tanta leche como para eso.

Al oirle, la gama, fue acercándose, intrigada por lo que la liebre decía, y le preguntó:

- ¡Oiga, Liebre! ¿De qué habla usted?... ¿Qué es lo que le pasa?

- ¡Oh! ¡No, nada!... realmente es una cosa imposible...

- Pero ¡explíquese! ¿De qué se trata?

- Alguien me ha dicho que usted podría llenar con su leche esta calabaza. Pero yo sé que es imposible: usted no tiene tanta leche como para eso.

- Usted bromea, liebre; no lo dice en serio!

Y la gama no paraba de reirse, mientras saltando alrededor de la liebre le decía:

- ¡Claro que puedo llenarla! Yo tengo leche suficiente para eso!

Pero la liebre insistía:

- ¡Imposible! ¡No puede!

- ¡Espere un poco y verá!, le contestó la gama

Y poniéndose encima de la calabaza comenzó a verter su leche dentro de ella hasta que la llenó.

- ¡Vaya! He perdido la apuesta, dijo la liebre. Mi primo el león tenía razón, el me decía que usted da más leche que la vaca. Voy a decirselo en seguida.

- ¿El león? , exclamó, asustada la gama.

- Sí, el león... él está allí, muy cerca. ¡Espere! que voy a buscarle y vuelvo con él.

- ¡Adiós, adiós!. y la gama echó a correr templando de miedo, antes de que apareciera el temido león.

Feliz, la liebre cerró la calabaza llena de leche y contento por haberse librado tan facilmente de la gama, escondió la calabaza junto a la que estaba llena de pájaros pequeños.

Poco después, llegó una serpiente para apagar su sed.Y la liebre comenzó de nuevo a hablar en voz alta:

- No! ¡Nada!... ¡Imposible!... ¡ Esto no es verdad!... ¡ Cómo puede creer uno una cosa así!... ¡ No, imposible!... No puede ser tan larga como este palo.

Al oirle, la serpiente, fue acercándose, intrigada por lo que la liebre decía, y le preguntó:

- ¡Oiga, Liebre! ¿De qué habla usted?... ¿Qué es lo que le pasa?

- ¡ Oh! ¡ No, nada!... realmente es una cosa imposible...

- Pero ¡explíquese! ¿De qué se trata?

- Alguien me dijo que usted era tan larga como este palo. ¡Pero yo sé que no es tan larga!

- Usted habla en broma, liebre, exclamó la serpiente.


Y la liebre seguía insistiendo:

- No, de verdad, usted no es tan larga!

- ¿Cree usted eso? Pues ahora verá. Y la serpiente se puso toda estirada junto al palo.

Entonces, la liebre dió un salto, ató la serpiente al palo, un lazo a la cabeza y otro en la cola y la serpiente quedó inmovilizada atada al palo.

Entonces la liebre tomó la calabaza con los pájaros, la otra calabaza con la leche de gama y el palo con la serpiente y fue a encontrarse con el Gran Genio del bosque.

- ¡Oiga! Gran Genio!, le llamó.

- Aquí estoy, liebre. Le estaba esperando.

- Aquí traigo lo que me pidió: la calabaza con los pájaros, la otra calabaza con la leche de gama y el palo con la serpiente .

El Gran Genio, sorprendido, miró a la liebre y le dijo:

- En verdad, si yo aumentara su inteligencia, yo haría una gran tontería.

- ¿Y por qué?, preguntó la liebre.

- Usted ya es demasiado inteligente. Si aún lo fuera más, usted acabaría por convertirse en mi dueño y señor.

Y colorín colorado...

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