domingo, 25 de noviembre de 2012

El callejón del beso



Se cuenta que doña Carmen era hija única de un hombre intransigente y violento, pero como suele suceder, el amor triunfa a pesar de todo. Doña Carmen era cortejada por don Luis, un pobre minero de un pueblo cercano. Al descubrir su amor, el padre de doña Carmen la encerró y la amenazó con internarla en un convento; según su padre, ella debía casarse en España con un viejo rico y noble, con lo cual el padre acrecentaría considerablemente sus riquezas.

La bella y sumisa criatura y su dama de compañía, Brígida, lloraron e imploraron juntas y resolvieron que la dama de compañía le llevara una misiva a don Luis con las malas noticias.

Ante ese hecho don Luis decidió irse a vivir a la casa frontera de la de su amada, que adquirió a precio de oro. Esta casa tenía un balcón que daba a un callejón tan angosto que se podía tocar con la mano la pared de enfrente.

Un día se encontraban los enamorados platicando de balcón a balcón, y cuando más abstraídos estaban, del fondo de la pieza se escucharon frases violentas. Era el padre de doña Carmen increpando a Brígida, quien se jugaba la misma vida por impedir que el amo entrara a la alcoba de su señora. Por fin, el padre pudo introducirse, y con una daga que llevaba en la mano dio un solo golpe, clavándola en el pecho de su hija.

Doña Carmen yacía muerta mientras una de sus manos seguía siendo posesión de la mano de don Luis, quien ante lo inevitable sólo dejó un tierno beso sobre aquella mano.



Hoy en día, esta es una leyenda muy famosa en un callejón de la hermosa ciudad de Guanajuato donde se dice: “la pareja que visite este sitio y se dé un beso desde el tercer escalón logrará su felicidad durante 7 años.” Si en caso contrario, la pareja no se besa, son 7 años de mala suerte. Para las personas que no llevan pareja, no pesa ninguna maldición, pero recomiendan que busquen pareja rápido y al encontrarla, visiten juntos el Callejón del Beso.

Versión obtenida de mexicodesconocido.com

Leyenda mexicana

martes, 6 de noviembre de 2012

El extraño caso del niño al que acusaron de morder la luna


PRIMER JUICIO

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Declaración del niño


Yo mojé la luna en té
como un bizcocho con manchas
para dejar a sus anchas
a dos novios que encontré.
Yo mojé la luna... ¿y qué?
Yo mojé la luna... ¿y?
Era medianoche, sí,
es cierto... fuimos nosotros.
Pero la mordieron otros,
Señoría, yo no fui.

Declaración del Fiscal



Señoría, el acusado
confiesa, sin pena alguna,
haber mojado la luna
en té negro... Lo ha jurado.
Advierto que está probado
su apagón intencional.
Y pido a este tribunal
que le aplique la sentencia
de un año sin inocencia
y un mes portándose mal.

Declaración de la Defensa




Usía, mi defendido
dice que el Día de Auto
apagó la luna. Incauto
es, pero no fementido.
Entonces, ¿a qué ha venido
la vulgar acusación
de que tras el apagón
mordió el bizcocho lunar?
¿Alguien lo puede probar?
Miremos su dentición.

¡Le faltan dientes, Usía!
¡le faltan dientes, Jurado!
Las huellas que han encontrado
en la superficie fría
de la luna no podría
haberlas hecho un pequeño
de seis años. ¡Ni en un sueño!
Por lo tanto, solicito
su absolución. No hay delito.
Fiscal, es vano su empeño.

Declaración del Primer Testigo: La Novia.



Yo estaba frente al portal,
junto a la hamaca, y de pronto...
miro hacia el cielo y confronto
una oscuridad total.
Mi novio... bueno... al final
no le dimos importancia.
Pero vi que en la distancia
la luna sangraba té.
¿Por qué sangraba? No sé...
Pensé que la circunstancia...

Declaración del Segundo Testigo: El Novio.



La luna estaba menguante,
blanca, detrás del tejado.
De pronto, no vi a mi lado
a mi novia, su semblante
se me perdió en un instante.
Solamente la sentía...
Perdóneme, Señoría,
pero al intentar buscarla
fue cuando logré besarla...
¡besarla!... ¿comprende, Usía?


Declaración del Juez


    Vistas las declaraciones,
conste en acta que el pequeño
actuó, pero no era dueño
de su propias actuaciones.
Sobre las acusaciones
de haber mordido a la luna,
no se sostiene ninguna.
Sólo que la mojó en té.
Y aunque borrosa, se ve,
sin dificultad alguna.

Por lo tanto, la sentencia
que dicta este Tribunal
es que repita el ritual
cuando se halle en presencia
de otros novios. Su inocencia
demuestra sin duda alguna,
que entre las doce y la una
puso al satélite blando.
Pero hay qué seguir buscando
quién fue el que mordió a la luna.


APELACIÓN DEL MINISTERIO FISCAL



Intervención del Fiscal



Con su venia, Señoría.
Apelamos la sentencia.
No me creo la inocencia
del pequeño todavía.
Tiene manchas en la encía.
Tiene ojos desorbitados.
Tiene sueños (¡demasiados!)
en los que se cree astronauta,
o piloto, o cosmonauta
viajando por todos lados.

Señoría, con perdón,
pero yo como fiscal
veo esta sentencia mal
y pido la anulación,
es decir, la apelación
(no hay que llegar al extremo).
Pequeño, yo no soy memo.
Es decir, tonto no soy.
Señor Juez, apelo. Y voy
hasta el Tribunal Supremo.


Declaración del Juez tras la solicitud
de apelación del Ministerio Fiscal


Acogiéndome al Derecho
y a lo que dictan las normas,
siguiendo las buenas formas
y revisando lo hecho;
aunque no esté satisfecho
el acusado en cuestión,
acepto la apelación
del Ministerio Fiscal.
Y hasta aquí. Punto final.
Se levanta la sesión.

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El extraño caso del niño al que acusaron de morder la luna
Textos: Alexis Díaz-Pimienta
Ilustraciones: Orestes Castro García.
Ed. Abril, La Habana, 2004.
La segunda parte (Segundo Juicio) se publicará en España, en el 2012, porScripta Manent Ediciones.